A) consecuencia del golpe directo sobre el hueso en cuestión, ocasionando una fractura directa B) de la irradiación en dirección a la órbita de una fractura craneal en el contexto de un traumatismo más extenso. Pueden producirse fracturas del suelo de la órbita (maxilar superior y malar), de pared externa (malar), de pared interna (huesos de la nariz, etmoides, frontal y maxilar superior) y de la pared superior o techo orbitario (hueso frontal). También hay compromiso de la musculatura extrínseca del ojo, así como de los nervios responsables de su motilidad como consecuencia del desplazamiento de fragmentos óseos y lesión del músculo o por el atrapamiento del músculo junto a la grasa orbitaria.
Tratamiento: En muchos casos, las fracturas orbitarias no requieren cirugía, para cualquier fractura orbitaria pequeña, se recomienda compresas de hielo en el área para reducir la inflamación y permitir que la órbita sane por sí sola en el tiempo. Se prescriben también antibióticos y descongestionantes y se debe evitar sonarse la nariz durante un tiempo. Una fractura orbitaria es más severa cuando impide que el ojo se mueva adecuadamente, cuando produce doble visión o cuando ha desplazado el globo ocular al interior de la órbita, es necesario la cirugía.