Es una infección ocular aguda generalizada, producida casi siempre por una infección bacteriana. La mayoría de los casos son causados por las bacterias Gram positivas, como el Staphylococcus epidermis o el S. áureos. Las causadas por microorganismos gramnegativos tienden a ser más virulentas y tienen peor pronóstico. Las endoftalmitis micóticas o protozoarias son raras. La mayoría de los casos ocurren después de la cirugía intraocular o de un traumatismo penetrante ocular. Menos habitualmente, la infección alcanza el ojo a través del torrente sanguíneo después de una intervención quirúrgica sistémica u odontológica o cuando se usan vías o fármacos IV.
Tratamiento: depende exclusivamente de la rapidez que se haya comenzado a tratar la infección, se deberá realizar una serie de pruebas médicas como una punción de vítreo para detectar la bacteria que ha causado la infección. Se usan antibióticos administrados a través de una inyección intraocular y también es probable el uso de esteroides en gotas para combatir la inflamación. Si está muy avanzada puede ser necesario realizar una cirugía llamada vitrectomía, que consiste en retirar de forma parcial o total el gel vítreo y reemplazarlo por solución salina, gas o una burbuja de aceite.